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Celia II
La meditación es tanto el ancla como las alas del yoga.

La meditación es el camino.

Existe una diferencia entre la meditación y la oración pese a que ambas prácticas buscan la comunión con lo divino.

He oído decir que la oración es el acto de hablar con Dios mientras que la meditación es el acto de escuchar.
Celia II

Parla come mangi è un modo di dire: si dice a chi parla difficile quando non è necessario; significa che si deve parlare in modo semplice, semplice come è semplice il nostro modo di mangiare.

En internet, para variar, existe un sitio con este nombre "Parla come mangi". Esta frase fue mi favorita del primer tercio de Comer, Rezar, Amar. Por el placer de una probadita del idioma y para sentirme un poco la protagonista les comparto este link.

Con dedicatoria especial para GracielaB, que personifica para mi la primera parte del libro. (Esto de intentar ubicarlas a cada una en los personajes o eventos de lo que leemos está resultando muy divertido, me incluyo por supuesto) Hojeen las páginas de "idee regalo", la tercera de la lista a la izquierda. Una delicia visual y seguramente para el paladar también.
Celia II

He dejado plantados a Kenzaburo y a Pérez Reverte, y todo porque hace apenas 1 hora mis amigos del Itata me regalaron "Comer, rezar, amar". Empecé a leerlo por tenerlo disponible en un momento de ocio... y no lo puedo soltar!!! Divertido e ingenioso, pero sobre todo, un derroche de ternura e inocencia. SIIIIÍ!!! Increíble personaje femenino que se asume y se ve a si misma con una honestidad y una transparencia conmovedoras. Estoy encantada. Les comparto un extracto que me pareció que se parece mucho a algunas de nuestras inquietudes caninas...

—Quiero sentir a Dios de una manera más prolongada —le dije—. A veces me parece entender el aspecto divino de este mundo, pero esa sensación nunca me dura, porque me acaban distrayendo mis mezquinos deseos y temores. Quiero estar con Dios siempre. Pero no quiero ser un monje ni renunciar a los placeres terrenos. Creo que lo que quiero hacer es aprender a vivir en este mundo y disfrutar de sus placeres, pero también querría entregarme a Dios.

Ketut me dijo que podía responder a mi pregunta con una imagen. Me enseñó un dibujo que había hecho una vez mientras meditaba. Era una silueta humana andrógina, erguida, con las manos unidas como si estuviera rezando. Pero la figura tenía cuatro piernas y no tenía cabeza. Donde debería haber estado la cabeza había una especie de maraña de helechos y flores. Y a la altura del pecho había un bosquejo de un rostro sonriente.

—Para hallar el equilibrio que buscas —dijo Ketut, hablando a través de su traductor— te tienes que convertir en esto. Debes tener los pies tan firmemente plantados en la tierra que parezca que tienes cuatro piernas en lugar de dos. De este modo podrás estar en el mundo. Pero debes dejar de mirar el mundo con la mente. Tienes que mirarlo con el corazón. Así llegarás a conocer a Dios.