por agarrar la palabra
la Peraza discutía
y la Vega la calmaba
pero aparecía la Williams
y otra vez se alborotaban
se las llevó la huesuda
por hacer tanto borlote
no quiso escuchar enmiendas
¡las agarró del cogote!
La regañaba Peraza
por ignorante y babosa
“no sabe nada de historia”
a puras novelas rosa:
“tienes que leer a Leona,
calaca mugre apestosa”.
No soltaba a Murakami
se aferraba a Tokio blues
Cecy Vega subyugada
perra y necia, más que tú
retaba de madrugada
“te me vas al Timbuctú”
Cecy Williams meditaba
con el baño bien cerrado
pues la alergia la acosaba,
un espacio bien ganado,
y entre tormentas de arena
la flaca se la ha llevado.
Ivonne y Cristy cantaban
burlándose de la muerte
porque siendo matasanos
no contaban con su suerte
pero igual que a las amigas
les llegó su perra muerte.
Cristy al sur de la frontera
bien curaba el sarampión
Murakami la enfadaba
por enredado y mamón
“a mí me hacen los mandados
tú y la muerte… ¡maricón!”
Ivonne práctica y segura
se quejaba de los hombres,
no amaban a las mujeres
ni llamaban por sus nombres,
“ya déjense de jaladas
y que se jodan los pobres”.
A Cristina la yoguista
Buda y Krishna protegían,
las asanas practicaba
cual metódica alquimista
pero igual no se salvaba
por andar de orientalista.
La elegancia del erizo
que paladea sus placeres
pero oculta escurridizo
y se afana en menesteres.
Sutilezas y palabras
que conmueven a Mercedes.
La muerte andaba enredada
con tanta palabrería
pues Lulis no se callaba
y gritaba con energía
“no me llevas pinche flaca,
ni aunque me hagas brujería”.
La Lulis siempre en la luna
ve cometas en el cielo
se pitorrea de las yogas
pero asiste y da consuelo,
no importa nunca lo duro
sino lo tupido al vuelo.
Marisol es la hermanita
más sensata y compañera
calladita y sin gritar
su oportunidad espera
recuerdan Caín y Abel
¿y quién será el que le queda?
Usando pijama a rayas
la Pilar se despedía
y amarrada de sus culpas
Barrabás la perseguía
porque la parca canalla
de llevarla no mentía.
Profundo razonamiento
proponía Graciela Vega
Murakami es mi sensei
Kafka en la orilla es la neta,
y arremolinando el viento
se quedó tiesa completa.
La princesa en el palacio
de Stieg Larsson cocinaba
Graciela con gracia y garbo
destreza manifestaba
igual le llegó su hora,
corrientes de aire azotaba.
Confundida y enojada
Celia busca una salida
porque no comprende nada
de esta vida corrompida
leer al monje filoso… fo
la tiene muy conmovida.
Mil soles de Culiacán
espléndidos mañanean,
reunidas en una mesa
Las Perras se desesperan:
si le temen a la muerte,
la retan e igual prosperan.
De comer, rezar y amar
todas sabemos un poco
con pasión lo compartimos
y olvidamos el enojo
y si amenaza la parca
no nos quita los antojos.
Se van toditas las perras
las llevan al camposanto
por ladradoras y necias
se murieron con espanto
¡que Dios las bendiga a todas
por vivir estilo y canto!