Celia II

En su libro Las mujeres que leen son peligrosas, Stefan Bollmann explora la historia de la lectura femenina y cómo tuvieron que transcurrir siglos antes de que ellas fueran libres para leer lo que quisieran, instante en el que, dice, concibieron esta vía como una posibilidad de cambiar la estrechez del mundo doméstico por el espacio ilimitado del pensamiento, la imaginación y el saber. Y entonces se volvieron peligrosas.

En la historia de la Independencia de México, la lectura tuvo un lugar en el mundo de las mujeres que participaron activamente en el movimiento y transgredieron la regla que les daba a elegir como destino: el convento o el matrimonio.

Las tertulias literarias de La Corregidora sirvieron de pretexto para conspirar contra el régimen virreinal. Mariana del Toro de Lazarín mantenía en su casa de la ciudad de México un salón literario en donde se leía a los poetas de moda en España y Francia, se discutía sobre política y se conspiraba contra la Colonia. Manuela García, esposa del historiador Carlos María de Bustamante, batalló y escribió con él la semblanza de los personajes que participaron en la Independencia.

Leona Vicario estudió música y pintura desde su infancia, tocaba a Bach y a Haydn en el clavecín, dominaba el francés, el latín y el inglés y era una lectora voraz de los clásicos, los enciclopedistas y los novelistas de su época: Madame de Staël, Benjamin Constant, Daniel Defoe… Leyó al científico naturalista conde de Buffón y al filósofo Benito J. Feijoo; fue pionera en el periodismo y firmaba con seudónimo en El ilustrador americano, El Pensador y El semanario patriótico. Perseguida, la esposa de Andrés Quintana Roo escapó del convento de Belén con imprenta y papel en su carruaje y traducía La educación de las niñas, de Fenelón, cuando la apresaron.

Todas ellas, como Gertrudis Bocanegra, Manuela Medina, Manuela Taboada, Tomasa Estévez, Petra Teruel o Gertrudis Rueda, entre muchas otras, forman parte de la historia que no había sido contada con la amplitud que merece, hasta que Gracia Molina-Enríquez y Carmen Lugo Hubp escribieron su libro Mujeres en la historia, historias de mujeres (2009), en el que un gran abanico de heroínas, desde el México Antiguo hasta el siglo XX, salen del anonimato. Las autoras, con larga trayectoria en los derechos humanos, la academia y el feminismo, crearon la editorial chicano-mexicana Salsipuedes Ediciones con la idea de publicar temas relegados por la historiografía oficial.

Y así, se suman a la idea que Stefan Bollmann plasmó en su segundo volumen: Las mujeres que escriben también son peligrosas.

Milenio Diario - Adriana Malvido . Sep 29, 2010.

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4 Responses

  1. Anónimo Says:

    Huyyy que chilo, somos peligrosas!!!!
    que mello!!!.....buuuuuu
    Lulis


  2. Delia Gámez Says:

    Amigas creo que las mujeres siempre fueron peligrosas, desde antes de leer y escribir, loque pasa que no ejercíamos ese poder que ya teníamos, ahora con todo lo que se ha logrado de avance para la mujer pues se nota lo que siempre fue y siempre tuvo,pero que no salía, así que concuerdo, SEMOS PELIGROSAS...Y CADA DIA SEREMOS MAS...JAJAJA


  3. ceci vega Says:

    desde que tenemos este grupo de amigas que compartimos el gusto por la lectura y algunas cosas más, ¡SOMOS PELIGROSAS !..., pero desde que iniciamos el blog de las perras, nos hemos vuelto DEMASIADO PELIGROSAS !!!