Celia II

Lo cierto es que a la gran mayoría de la gente que me rodea, yo no me atrevería a pedirle que cambie. Son honrados, trabajadores, se preparan lo mejor que pueden, digamos que hacen su parte. Si bien la filosofía del granito de arena no refleja más que buenas intenciones, no ha sido mucho más que eso. Con los flacos resultados que tenemos después de tantos años de aplicar la regla veo tres posibles explicaciones: la primera, bastante pesimista, es que la gente no aporta, ni siquiera, su granito; la segunda, que es más realista, es que hacer cada quien su parte no es suficiente; o la tercera, que es más constructiva, es que hemos malinterpretado qué es el granito de arena.
El aportar un granito termina, algunas veces, produciendo consecuencias no intencionadas. Me explico. En México los políticos y la política han tenido tan mala fama que los ciudadanos han buscado encontrar soluciones al margen de ella, y así se ha generado un mayor vacío permitiendo que nuestros gobernantes no nos representen, ni nos rindan cuentas. La arena aportada no puede ser únicamente “dar buen ejemplo” y confiar en que los demás harán lo mismo sin tomar en cuenta que los incentivos a ser corruptos y a ver sólo por los intereses propios siguen sin ser tocados.
En algunos casos, es tan clara la falta de resultados que valdría la pena preguntarse si por su pequeñez y la forma en que brilla a veces la arena, la hemos confundido con unos polvos mágicos. Hay comportamientos que parecen no ser contagiosos, y parece que son los más deseables. ¿Qué pasaría si en lugar de aportar arena, aportáramos cemento? Aportar cemento requiere más trabajo que aportar arena, requiere también agua, mezclar, construir. ¿Es más trabajo? por supuesto, pero se trata una inversión de largo plazo y que tiene un efecto multiplicador.
Se podría leer lo anterior como un intento de desmontar la sabiduría popular. De hecho, es mucho menos que eso, se trata de aplicarla de distinta manera, de maximizar la eficiencia y lograr que nuestras acciones no den ejemplo, sino que busquen garantizar el comportamiento propio (reconociendo nuestros límites y fallas) y el ajeno. La propuesta es encontrar la forma en que con la mínima aportación se maximicen los resultados. Tampoco es nada nuevo, se trata de construir instituciones, hacer acuerdos, proponer leyes, fortalecer a la sociedad civil, organizarnos mejor. Además de conseguir construcciones sólidas, de esta forma, damos a conocer qué nos interesa a la colectividad, en dónde estamos poniendo nuestro esfuerzo, y qué tan comprometidos estamos, es decir, aumenta la información que facilita las acciones colectivas. He escuchado varias críticas a los movimientos que se están dando, a quienes critican les propongo: si crees que su agenda no es la óptima, no los critiques, organízate.
Es tiempo de hacer un poco más.
Twitter: @la_juleniux
Foto de Martin Duggan 
Celia II


Sistema de signos

ELITISMO PARA TODOSFernando Solana Olivares



Se mostró terco, se vio cansado, no fue su noche. López Obrador perdió el tiempo del debate con su obsesión sobre la mafia oligárquica, las citas históricas de López de Santa Anna y Lucas Alamán, con su aire advertidor y sentencioso, con su foto al revés. En lugar de hablar del país que ha recorrido, de lo que viene y no de lo que hubo, se perdió en un tema que lo parece dominar.
La monomanía es necesaria para atreverse a ser político, pero el éxito radica en ocultarla. O trascenderla en función del interés de los demás, algo quizá ingenuamente ideal. Convertirla en oferta política única es un error táctico cuando menos. Si el error es inercial, producto de una visión personal rígida, sucede inevitablemente. Si es funcional, una pérdida de energía, atención y reflejos en el tramo final de una campaña larguísima, López Obrador lo podrá enmendar. Si es parte del drama político que le toca representar, muy poco conseguirá hacer al respecto.
Peña Nieto hila, efectivamente, más de tres frases, pero no llega a veinte. Se apoya en muletillas verbales, en modos y lugares comunes ensayados ante asesores y espejos. Su condición de personaje actuando en una escena resulta patente, tanto como la de Vázquez Mota, mecanicidades electorales mediáticas diseñadas para vender el producto político que ofrecen. El maternalismo de una y los compromisos del otro se muestran poco convincentes y nada sustantivos. Apariencias dirigidas al mundo sensible del espectador moldeado por la televisión, y no al mundo de la compresión, de los conceptos, donde el ciudadano debería experimentar y decidir la política si la democracia fuese integral. No importa entonces qué se dice sino cómo se dice. Y ese cómo, siendo visual, está preestablecido.
Tan gastada luce la política mexicana que un recién llegado con un estigma de origen sorprende a la sociedad mediante un discurso distinto, exhibiendo el autismo de los políticos y su indiferencia ante los problemas nacionales. Aunque todo lo que diga Quadri, siendo pertinente como lo ha sido en mucho, por desgracia no consigue hacer olvidar que un voto para él es un voto para Elba Esther Gordillo, uno de los grandes esperpentos del horizonte político, cacica de la educación y del magisterio, lastre a remover en cualquier renovación mexicana.
Todo fue mediocre en el debate, y hasta la sensual y bella edecán, tan impropia de un acto así, tan inesperada, se volvió desagradable. El desangelado escenario, el rutinario formato, el hieratismo de la conductora, la aparición equívoca de un escote generoso y a continuación un torneo de vaguedades con pocos momentos rescatables, excepción hecha de Quadri, como se ha dicho, el lamentable representante de un falso y cuasi privado aunque formalmente legal partido político.
Los signos se interpretan de manera consensual. El sistema de relaciones es el que hace que los signos puedan significar. Ese sistema es un proceso constructivo, culturalmente concertado. De ahí que la muy citada definición de Eco sobre la semiótica, la disciplina que se dedica al desentrañamiento de los signos, afirme que estudia todo lo que puede usarse para mentir. En esa atribución de significaciones, la semiosis televisiva predominante en la campaña electoral induce sin cesar en el electorado la perspectiva de que López Obrador y su proyecto político no lograrán obtener la simpatía mayoritaria, que la elección presidencial está resolviéndose entre el PRI y el PAN, con una incuestionable ventaja para el primero, y que el cambio indispensable para este país consiste, paradójicamente, en la restauración de una hegemonía del pasado responsable durante décadas del deterioro nacional, del neoliberalismo salvaje que mediante desregulaciones, privatizaciones y disminución intencional del gasto público ha multiplicado la miseria y estimulado la insurrección del resentimiento social, responsable de la postración anímica y cultural del país, de su indiferencia ética y moral, de una alternancia a todas luces catastrófica para el interés común.
El sistema de interpretación de los signos está dictado, esencialmente, por la televisión, un medio cuya naturaleza (Habermas, Sartori, et al.) atenta contra la democracia pues la degrada volviéndola un espectáculo y así convierte a los ciudadanos en una audiencia. Pero nada es fatal ni permanente, porque toda batalla política es una lucha por la interpretación y el sentido de los significados: éstos siempre pueden cambiar.

Celia II
So corny, so true.

La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos, carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos mas pero tenemos menos, compramos mas pero disfrutamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más chicas, mayores comodidades y menos tiempo. Tenemos más grados académicos pero menos sentido común, mayor conocimiento pero menor capacidad de juicio, mas expertos pero más problemas, mejor medicina pero menor bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado, reímos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado, nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco, vemos demasiado televisión y oramos muy rara vez.

Hemos multiplicado nuestras posesiones pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente.

Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, no vida a nuestros años. Hemos logrado ir y volver de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores.

Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma. Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos mas pero aprendemos menos. Planeamos mas pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar. Producimos computadoras que pueden procesar mayor información y difundirla, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.

Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta, de hombres de gran talla y cortedad de carácter, de enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales. Hoy en día hay dos ingresos pero más divorcios, casas más lujosas pero hogares rotos. Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, a costones de una noche, cuerpos obesos, y píldoras que hacen todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar. Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega. Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta, y en que tu puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.

Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos porque ellos no estarán aquí siempre.

Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.

Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.

Acuérdate de decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida cuando se dan con toda el alma.

Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesorar ese momento, porque un día esa persona ya no estará contigo.
Date tiempo para amar y para conversar, y comparte tus más preciadas ideas.

Y siempre recuerda:
La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.
Celia II

Martes, 24 de Enero de 2012 16:29
por Mapi Pamplona

Rastreando las redes he visto un interesante post sobre las diez "chicas malas" de la historia de la literatura. Las escritoras que aparecen en este artículo y sus obras abarcan 3.000 años de historia- de Safo a Alice Walker- y nos muestran que, a veces, las damas de la literatura han sido igual de "rudas" que sus homólogos masculinos e igual de vanguardistas y pasionales a pesar de que la sociedad, quizá, no lo esperaba de ellas. Como asegura Judy Berman en la revista de crítica literaria FlavorWire, "podríamos haber hecho esta lista de cinco veces más larga", pero, como en tantas otras ocasiones, ni están todas las que son, ni son todas las que están.

1- Safo
Apenas se saben datos sobre la biografía de la poetisa griega Safo, de quien tan sólo se conservaron 650 versos, extraídos de citas tardías y del estudio relativamente reciente de papiros. Se le supone una vida típica de las mujeres de la alta sociedad helénica y su obra ha pasado a la historia por mostrar, en forma de versos, lo irracional del amor situado entre el bien y el mal y en todas sus manifestaciones (celos, deseo o nostalgia). Procedente de la isla de Lesbos, fundó una academia para mujeres jóvenes y solteras, dedicada a los cultos de Eros y Afrodita. Lo inusual de su obra la convierte en una de las primeras damas de la literatura, y en una de las personalidades más importantes de la lírica griega.

2- George Sand
George Sand fue uno de los autores más prolíficos del siglo XIX francés. Y así es recordado. Pero , en realidad, George Sand era Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa de Dudevant. Como muchas otras autoras del siglo XIX, la escritora decidió adoptar un seudónimo masculino para que sus obras tuvieran más repercusión. Pero el caso de Sand va más allá de una simple firma. Según algunas crónicas, era conocida por usar ropa de hombre en público ya que le resultaba más práctica que los pomposos vestidos de la época victoriana, y también fumaba tabaco, práctica digamos que "poco habitual" para las damas de la época. Su "disfraz" masculino, le permitió circular más libremente en París, y obtuvo de esta forma, un acceso a lugares que de otra manera hubieran estado negados para una mujer de su condición social. En el plano personal, estuvo casada con el barón de Dudevant, de quien obtuvo su título nobiliario, y también mantuvo romances con el escritor Alfred de Musset y con el músico y compositor Chopin, y entre su círculo de amigos figuraban personalidades como Delacroix, Victor Hugo, Honoré de Balzac o Gustave Flaubert.

3- Colette
Sidonie Gabrielle Colette nació enlos años del ocaso de la vida de Sand, y en muchos aspectos, sus biografías son similares. Fue periodista, novelista y artista de cabaret. Como escritora, relato la vida de las bailarinas y cortesanas, unas vivencias que inmortalizó en su obra más famosa "Gigi", llevada magistralmente al cine por Vincent Minnelli en 1958. Su literatura es reconocida por sus descripciones voluptuosas a la vez que sensibles, y durante años fue colaboradora del periódico parisino Le Matin. Colette también es recordada por sus relaciones lésbicas, descritas en algunas de sus obras, y por besar a una de sus amantes en un espectáculo del Moulin Rouge. También por su reinvindicación de "los derechos de la carne sobre los del espíritu" en el tumultuoso y vanguardista París de principios del siglo XX.

4- Edna St. Vincent Millay
La escritora Edna St. Vincent Millay (1892-1950) tiene su hueco propio en la historia por haber sido una de las primeras mujeres en ganar el premio Pulitzer de poesía. Sin embargo, también será recordada por su estilo de vida bohemio y por sus numerosos amores. En el plano creativo, destacó por la vitalidad de sus versos y por el dominio de la expresión de sensaciones en sus versos. También escribió varias obras de teatro y fue una de las impulsoras del grupo de teatro experimental Provincetown Players, formado por artistas y escritores amateurs. De entre las obras que escribió para ellos destaca Aria da Capo (1919), una fantasía satírica sobre la guerra. Su poesía transgresora hizo que su obra causara un gran impacto en los autores (y especialmente de las autoras) de su generación.

5- Dorothy Parker
Parker fue una de las lenguas más agudas y sarcásticas que retrató como nadie la vida urbana del Nueva York de la primera mitad del siglo XX. Fue crítica literaria y teatral,y saltó a la fama gracias a su sección de teatro en la revista Vanity Fair. Formó parte de la plantilla de la prestigiosa revista New Yorker desde su fundación y es conocida por sus cuentos llenos jocosos y a menudo, "punzantes". En el plano más personal, se postuló como una autora de izquierdas y fue investigada por el FBI como sospechosa de pertenecer al Partido Comunista, por lo que llegó a aparecer en la Lista Negra de Hollywood. Su vida personal estuvo marcada por los excesos y el alcohol, un problema que arrastró hasta su muerte y que hizo que en la última etapa de su vida su producción literaria fuera intermitente. Al igual que Milley, Parker abordó sus obras con una sensibilidad no convencional unida a una preocupación profunda por el futuro y por la justicia social. Sus cenizas reposan en NAACP (Asociación Nacional para el Desarrollo de las Personas de Raza Negra), bajo el epitafio: "Excuse My Dust" ("Perdonen por el polvo").

6- Anaïs Nin
La autora francesa Anaïs Nin está considerada como la primera mujer en romper con la literatura tradicionalmente patriarcal. Se dice de ella que tuvo una vida un tanto licenciosa y que queda plasmada en sus diarios, un compendio de más de 35,000 páginas en las que relata su vida y sus escarceos amorosos, así como su forma de ver la vida y el mundo. Declarada a sí misma como una solitaria, comenzó a escribir su diario cuando tenía 13 años y no dejó de escribirlo hasta su muerte, llegando a decir de él que era "su único amigo". Sin embargo, sus diarios, a pesar de ser reconocidos por la crítica, eran demasiado escandalosos en la época para ser publicados por alguna editorial, así que terminó por autoeditarlos ella misma. Pero no nos engañemos: aunque los diarios son "jugosos" por su contenidos, lo son todavía más por su inteligencia, su capacidad de reflexión y por su riqueza descriptiva. La importancia de la obra de Nin es tal, que para muchos se trata de " documentos fundamentales en el desarrollo cultural de la mujer".

7- Simone de Beauvoir
La autora de "El segundo sexo" no fue sólo novelista y filósofa. Considerada como una de las "madres" del existencialismo, en cuya corriente filosófica podemos enmarcar su pensamiento, Beauvoir es también uno de los referentes teóricos del feminismo, abarcando en sus obras un profundo análisis sobre el papel de las mujeres en la sociedad. Su obra también explora los dilemas existencialistas como la libertad y la responsabilidad individual. En el plano sentimental, mantuvo una relación "revolucionaria" con el también filósofo Jean Paul Sartre, de quien fue amante, amiga y compañera. De hecho a él dedicó una de sus últimas obras, , "La ceremonia del adiós" (1981).

8- Sylvia Plath
La obra de Sylvia Plath va mucho más allá de su famoso suicidio, de su tormentoso matrimonio con el también escritor Ted Hugues o de ser una de las escritoras de cabecera del feminismo. Lo importante de su obra es que tuvo la necesidad y la valentía de expresar todos sus miedos y sus sentimientos a través de la poesía. Son muchos los que dicen de ella que es una poeta maldita, víctima del machismo y de sí misma. Adelantada a su tiempo, muchos dicen de ella que era negativa, feminista, bipolar, esposa a la par que amante de poeta, madre de un hijo también suicida, bipolar, auténtica, celosa, divina, genial e incomprendida. Y también fue la primera mujer que ganó un Pulitzer a título póstumo. Una mujer "Compleja como una rosa, suave como una piedra pulida"
9- Kathy Acker
Escritora y feminista norteamericana, está considerada como un "símbolo de la literatura subversiva y la contra-cultura americana en el lado de la Generación Beat". Sus primeras novelas aparecieron vinculadas al movimiento de la contracultura y el posmodernismo a partir de mediados de los ochenta, con títulos como Great Expectations (1982), Sangre y tripas en la escuela secundaria ( Blood and Guts in High School) (1984), y Don Quijote (1986) y se enlazan con la estética neopunk. Sus obras abarcan temas como la violación, el incesto, el suicidio y el aborto, y ponen de relieve sus luchas individuales para descubrir el significado y la identidad en el lenguaje deconstruido patriarcal y el masoquismo sexual. Según la propia autora, fallecida en 1997 víctima de un cáncer de mama, su obra está influenciada por la poesía de Jackson Mac Low, Charles Olson, William S. Burroughs, por el movimiento feminista y por algunos filósofos franceses como Gilles Deleuze y Jean Baudrillar.

10- Alice Walker
La autora de "El color púrpura" es una de las voces femeninas actuales más controvertidas. Ya en su trabajo abordaba temas como la opresión económica, cultural y sexual de las mujeres afroamericanas. Su faceta como "revolucionaria" va más allá de su faceta literaria. Ganadora del Premio Pulitzer en 1983, desde los años 60 ha trabajado como activista por diversas causas a favor los derechos civiles y se ha "implicado" en causas como la ambiental, la feminista, la de los derechos de los animales, contra el bloqueo a Cuba y contra la mutilación genital femenina.

Artículo original: 10 Legendary Bad Girls of Literature
Otras fuentes:
Kathy Acker: http://www.enotes.com/kathy-acker-criticism/acker-kathy
Edna Saint Vincent Millay: http://www.poets.org/poet.php/prmPID/160
Anaïs Nin: http://www.elmundo.es/elmundolibro/2002/04/07/anticuario/1018002543.html
Simone de Beauvoir: http://www.iep.utm.edu/beauvoir/
Sylvia Plath: http://www.sylviaplath.de/plath/lisaarticle.html
Colette: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/colette.htm
Celia II
Celia II

Inspired, in equal measures, by Hurricane Katrina, Buster Keaton, The Wizard of Oz, and a love for books, “Morris Lessmore” is a story of people who devote their lives to books and books who return the favor. Morris Lessmore is a poignant, humorous allegory about the curative powers of story. Using a variety of techniques (miniatures, computer animation, 2D animation) award winning author/ illustrator William Joyce and Co-director Brandon Oldenburg present a new narrative experience that harkens back to silent films and M-G-M Technicolor musicals. “Morris Lessmore” is old fashioned and cutting edge at the same time.

“The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore” is one of five animated short films that will be considered for outstanding film achievements of 2011 in the 84th Academy Awards ®.

Film Awards Won by “The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore”
To date, “The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore” film has drummed up fans all over the world taking home the following awards:
· Cinequest Film Fest: Best Animated Short
· Palm Springs International ShortFest: Audience Favorite Award
· SIGGRAPH: Best in Show

To enjoy “Morris Lessmore” and other Moonbot Apps please visit the following links:
tinyurl.com/lessmoreipad
tinyurl.com/numberlys
tinyurl.com/bullseyeapp
Celia II


Para debatir la situación indígena hay que conocer la historia. Tres representantes de los 3 partidos grandes (de presupuesto) con algo de cerebro, comentan los últimos acontecimientos alrededor de la emergencia rarámuri. Muy interesante.
Celia II
Celia II

Una mirada honesta al pueblo Rarámuri.

Diego Osorno - Nuestra Aparente Rendición
http://nuestraaparenterendicion.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=457:mundo-enfermo&Itemid=104

Si lo que les gusta es que les cuenten los cuentos, entonces escuchen la historia en este link. Si prefieren leerlo con calma, entonces ahí les va:

Sierra Tarahumara, Chihuahua.- La tarde tiene luz. El sonido caudaloso del tren se derrama como si fuera el ruido de la corriente de un río recio que sube y baja las montañas de la sierra. Silbido de acero bordeando blancas manadas de nubes. Los vagones enrielados serpentean abismos y rocas que desde cierto ángulo toman la forma de jirafas, ranas y otros animales gigantes, petrificados para siempre por el paisaje. En cualquier dirección se domina un inmenso panorama: hacia el norte, las montañas; hacia el sur, más montañas que parecen estar suspendidas en el aire. Un empinado e interminable despeñadero se ve al horizonte. La vida fluye a pie. Del olor predominante del aceite se pasa al olor del encino, del movimiento de las máquinas al de las cabras que pastorea una joven indígena mientras camina el crepúsculo del atardecer y se acomoda su pañoleta naranja, el vestido volado por el vendaval. Envueltos en silencio, los rarámuris siembran maíz y fríjol, trozan leña. El sendero empieza a descender. Niños desnutridos corren tras el viento. ¿Cuántas estrellas tiene el cielo? La soledad de muchas noches tarahumaras es dura como esta piedra.

La Ciudad, con mayúsculas, está muy lejos de aquí.

Endeble. Un tambaleante equilibrio basado en la relación entre el indígena y la naturaleza marca el transcurrir de los días en las comunidades rarámuris. Si no llueve lo suficiente o si los rayos del sol son demasiado severos con la planta, es un hecho que la milpa no crecerá buena. Y si la milpa no sale buena, ¿con qué maíz se hará el pinole? Y si no hay pinole: ¿qué comerá entonces el rarámuri mientras llega la temporada de los hongos y las muchas hierbas? Además, cuando no hay suficiente comida, no hay suficiente energía. El hombre anda flaco y cansado. Y si el hombre anda flaco y cansado, ¿quién sembrará la milpa de nueva cuenta? Y si nadie siembra la milpa, ¿qué comerá la comunidad? Si la comunidad no come, la comunidad se extinguirá, porque se irá de ahí o morirá.

Una niña de 4 años de edad está enferma de diarrea por la mañana y al día siguiente sus padres ya están juntándole las pocas cosas que tuvo en vida, para enterrarla con ellas, envuelta en una cobija rota y vieja. Las muertes por desnutrición en estas rancherías alejadas están por todos lados, todos los días. Morir de hambre no es un drama en sí mismo para los rarámuri. Situación crónica, dicen los informes.

El drama que sí discuten los Gobernadores indígenas en sus asambleas, lo que ellos no entienden, lo que no se explican a bien es por qué en los últimos 30 años el clima ha cambiado tanto, por qué en Octubre llueve más que en verano, o por qué el verano tiene lluvias en el mes de julio. Por qué ahora llueve mucho menos, por qué se siente que el sol quema más, que hay más calor, por qué la granizada, por qué el soplo aplastante.

Y estos cambios climáticos aquí son letales. Hacen que el campo esté traspasado de luz y cansado. De por sí, para donde volteas, en la sierra Tarahumara hay más piedra y árboles que tierra. Los rarámuri llegaron varias decenas de años atrás, desplazados de los campos que tenían allá abajo, en lugares como Ciudad Cuauthémoc y Parral, donde ahora menonitas y empresarios usufructúan cultivos fecundos. “Bienvenidos a la región de la mejor manzana del mundo”, dice un letrero oficial que está a la entrada de las tierras que la “civilización” les quitó a los rarámuri no sin antes ofrecerles quedarse a vivir ahí, pero como peones, siervos.

La manera de resistir de este grupo indígena estimado en la actualidad en más de 60 mil personas, no fue enfrentar al invasor. Su resistencia consistió en alejarse, venirse a la sierra, donde el suelo es más forestal que agrícola y donde por entonces no había blancos, mestizos o mexicanos que quisieran cambiarles sus costumbres, imponerles nuevos modos. A los blancos, los mestizos y los mexicanos, los raramuris los llaman “chabochis”. Chabochi quiere decir hombre con arañas en la cara, hombre barbado, pero también significa abusador, explotador, avaro, el que quiere todo para él.

Fuera del programa oficial de discusiones sobre el cambio climático global, en la comunidad de Sisoguichi, del 4 al 6 de marzo, los Gobernadores rarámuris se reunieron en asamblea general y tocaron el asunto, según su modo. Hablaron de sus derechos como indígenas y de la resistencia cultural, del agua que antes no se vendía y ahora sí, del árbol que ahora se mata y se hace dinero, del aire que antes no era mercancía y ahora sí. La Pastoral Indígena de la Diócesis de la Tarahumara hizo una relatoría del encuentro celebrado en estas montañas.

¿Qué está pasando en nuestras comunidades?, empezaron por preguntarse los representantes indígenas. Los de los pueblos al Occidente respondieron que los hoteles han contaminado el agua, que el comisario ejidal ha vendido sin consultarlos, que hay saqueo de leña, piedra y amenazas, que no hay participación de la gente en la Iglesia, sobre todo de los jóvenes, que están perdiendo sus costumbres y que hace falta que respeten.

Los del norte contestaron: Ya no estamos comiendo nuestras comidas, estamos perdiendo la costumbre de las fiestas, no hay presencia de gobernador y no se respetan las fiestas patronales. Y en el centro de la sierra, la preocupación mayor es que los jóvenes rarámuris que emigran cambian sus pensamientos de las tradiciones de la cultura (golpean a las autoridades) e invitan a los chabochis a las fiestas y ellos no tienen nada que ver; se drogan.

Uno de los indígenas participantes en la reunión, Pancho Palma, tomó la palabra y dijo que los blancos trabajan para ganar dinero, que el dinero crea división y que por culpa de él, los mestizos pelean para ganar un puesto. “Y si nosotros como indígenas seguimos el mismo paso, nos va a pasar lo mismo y se va a acabar nuestra costumbre”.

Al poco rato, Rafael Sandoval, el Obispo de la Diócesis de la Tarahumara, les dijo a los gobernadores en asamblea: “Ustedes son los más antiguos en esta tierra y por lo tanto los más sabios. Sus antepasados buscaron sinceramente a Dios y a sus mandatos. Yo les pido perdón porque muchas veces los mestizos hemos negado su religiosidad, su cultura, costumbres, siendo que Dios siempre ha estado con ustedes. Dios lo único que quiere es que sean ustedes mismos. Recuerden que Dios está contento cuando ustedes trabajan, cuando Yúmari, cuando rezan, cuando bailan, cuando tocan. El cielo se alegra. El dinero echa a perder a la gente. Ustedes no acumulan y son más felices”.

El rarámuri es una persona que sabe compartir. Es muy diferente al egoísmo que hay entre nosotros, platica Javier Ávila, sacerdote jesuita y activista de derechos humanos en la región. La historia del progreso para este grupo indígena, dice Ávila, consta de tres falacias. La primera falacia fue la de las minas. Llegaron y dijeron que la riqueza mineral iba a traer el bienestar a los rarámuris, pero quedaron peor, con cerros agujereados y devastación. La segunda fue el oro verde. En los setentas, empezó la explotación industrial del bosque y quedó peor aún. Menos arroyos, menos agua, menos árboles. “Y el gobierno se pavonea ahora diciendo estúpidamente que les va a enseñar a cuidar ahora el bosque, cuando ellos fueron los que lo destruyeron ¡Por dios!”, se exalta el sacerdote. Ahora, continúa Ávila, aparece una tercera falacia: la falacia del turismo. Como el paisaje se convirtió en un artículo de consumo, ahora hay interés en la sierra, aunque no en los rarámuris. “Yo la verdad no sé donde tienen la cabeza estos señores… o mejor dicho, donde tienen el corazón… Si es que tienen”.

“Ellos (los rarámuri) cada vez ven con mayor tristeza lo que pasa, que el blanco tenga que engañar y robar para vivir. Ha habido varias reuniones de gobernadores para saber lo que pasa. Han tratado lo que es la autonomía y también el cambio climático en sus reuniones”. Hace unos meses, varios gobernadores indígenas fueron con el sacerdote jesuita y le pidieron su ayuda para gestionar ante el gobierno el retiro de una estatua colocada por el gobierno en El Divisadero, un mirador donde se estaciona el tren, hay un mercadillo, un hotel de gran lujo y desde donde se aprecian las Barrancas del Cobre, definidas como una de las 13 maravillas de México por TV Azteca. Dos perros chihuahueños vestidos con la tradicional banda y las ropas de los raráramuri eran la escultura colocada ahí, el lugar considerado como punta de lanza de la nueva falacia de la sierra, como le llama Ávila a los proyectos megaturísticos. “Hay un gran proyecto turístico aquí en la Tarahumara y lo que menos le importa al gobierno, en este tipo de proyectos, es lo social. Este nuevo proyecto económico neoliberal tiene el camino del engaño. Dicen que va a venir mucha gente y para esa gente, el indígena es borracho y es flojo. Esa gente nunca ha venido a conocerlos directamente, más allá de estereotipos”, arenga el cura defensor de derechos humanos.

¿Y qué reacción se prevé de los rarámuri?: La reacción –contesta Ávila- quizá será la que ha sido siempre. Callarse y retirarse. El raramuri no es agresivo, no saca la metralleta y dice: ¡Ya basta! Así ha sido en la historia, tras el engaño de la minería primero, de la industria forestal luego. Ellos confían y luego se ven engañados y se alejan. Ahora tal vez ocurra lo mismo. O no.

Un antiguo seminarista que lleva viviendo treinta años en la sierra, Luis Octavio Híjar piensa que el rarámuri es distinto al indígena del sur, el cual suele ser menos dejado. Este hombre que coordina proyectos en la Fundación Tarahumara José A. Llaguno, cuenta que desde que llegó a vivir acá, ha presenciado una enorme cantidad de abusos en contra del indígena. “Nosotros veíamos cómo llegaban las producciones de Hollywood, cómo venía la raza y se los fregaba, porque los filmaba y se metía a sus comunidades y en lugar de darles algo de lo mucho que sacaban con sus películas, sólo los aprovechaban y se utilizaban, pero a los rarámuri no se inquietaban por eso. Para los rarámuri, entre más tengas, está más mal visto”.

¿Cómo escribir un reportaje sobre lo que sucede en esta sierra Tarahumara, sin caer de alguna forma en eso, en escribir sobre los rarámuri con un toque de drama, algo de comedia y un poco de acción, la fórmula hollywodesca que quiere el consumidor? Le hago esa pregunta a Híjar. Cómo lo haría él. Y me dice que en un artículo sobre los rarámuri, lo primero que haría sería decir lo que significa la pobreza y el hambre para ellos, porque para ellos el hambre significa cuando no hay maíz. Y con nosotros es diferente. Para nosotros pobreza es el que no tiene drenaje, agua, luz, pero cualquier indígena carece de eso. Para ellos, pobre es aquél que desea algo y no lo tiene. El rarámuri quiere comer. Para él comer es tener comida y tener comida es tener maíz. Y ya. El rarámuri no se siente pobre. Le da lástima el chabochi, porque él es hijo de dios, y el chabochi es el hijo del diablo.

Mira – me dice con su voz algo enronquecida- la liberación de los rarámuri es que los dejen ser como son.

Platiqué sobre eso con un matrimonio de rarámuri que se había ido a la ciudad de Chihuahua por una temporada. Él era albañil. Ella era sirvienta en una casa. La impresión de Chihuahua que habían conservado en su mente era la de un sitio donde solamente se hablada de dinero y el dinero servía para todo, en especial servía para vivir. Sin dinero no se podía vivir, no se podía conseguir comida, no se podía caminar en algunos lugares, ni sentarse en otros y ni siquiera se podía beber agua. Con dinero sí podías hacer cualquier cosa: el que tenía dinero compraba valor y era valiente, aunque fuera un cobarde.

Estudios antropológicos relatan que antes de que esta región fuera ocupada por los mexicanos, los rarármuri ignoraban la existencia de la pobreza. Varios indígenas cristianizados creen el infierno está tan abundantemente poblado de mexicanos que ya no queda lugar para los indígenas, y que los mexicanos que no han cabido allí, se han salido a molestarlos a ellos.

El investigador Rodolfo Stavenhagen, ha escrito sobre las visiones de “ayuda” que han existido en torno a los rarámuri, por parte del mundo “occidental”. Una es la culturalista, que dice que para su propio progreso, los rarámuri tienen que destruir su cultura con la ayuda de los agentes externos; otra, la clasista, que dice que los rarámuri tienen que romper con su cultura para emprender la lucha de clases y conseguir su liberación; y una tercera, en relación con la presencia del colonizador interno, la cual solo una transformación socialista, podría hacer desaparecer los elementos distintivos de su economía precapitalista y cambiarlos.

Con una mirada distinta a la de Stavenhagen, la mirada de un poeta, el escritor surrealista francés, Antonin Artaud, después de recorrer a caballo la sierra tarahumara durante un mes, escribió que los rarámuri “viven como si estuvieran ya muertos”. En ese verso pensé cuando conocí a Sandoval Moreno Batista, el indígena de más de 80 años que se bajaba de la camioneta que recorría un empedrado y confuso camino cuesta arriba, en una de las tantas partes de la sierra donde no existen las carreteras oficiales, si no las que la gente ha ido improvisando.

A simple vista, a la redonda solo había arbustos, encinos y uno que otro madroño que coloreaba de rojo la mañana cubierta por nubes y sol. Sandoval Moreno Batista, despacio, agarraba de la caja del vehículo el palo que usa como bastón, se despedía con una voz calladita de su sobrina Catalina Batista y de nosotros, los demás tripulantes.

Y empezaba a caminar la montaña.

Sandoval empezaba a andar encorvado entre la maleza de la serranía, rumbo a una comunidad que queda a 6 horas a pie de donde estábamos. Seis horas para los indígenas de la región, pero que para un extraño podrían ser hasta un día entero de trayecto. “Va a buscar a su hermana a ver si le da algo de maíz”, comentó Catalina Batista, su sobrina, quien colabora en la Diócesis de la Tarahumara como promotora de salud.

El viejo Sandoval tiene el ojo izquierdo a punto de cerrársele por completo. Ya casi no ve nada. Las travesías que suele hacer, lo han dejado en otras ocasiones, al borde de la muerte. “Una vez desapareció durante dos días y fuimos a buscarlo por todo este camino hasta que lo encontraron acostado en la tierra porque le había picado una víbora”, contaba “Cata”, mientras la bióloga Mariel Ramírez encendía el motor de la camioneta que nos llevaba a Raramuchi, una comunidad instalada en la parte más alta de una de las cumbres. “Mi tío se salvó con unos remedios que se le hicieron. Y ahí anda otra vez”, relataba Catalina. Para ese entonces, Sandoval Moreno había desaparecido por completo de nuestra vista, se había internado en la inmensa sierra.

Al llegar a Raramuchi, finalmente, después de un recorrido de un par de horas en el coche, conocí a otro anciano indígena, que resaltaba por su cuerpo algo fornido, en medio de decenas de niños desnutridos. Se llama Ramiro Juan y traía una bata blanca de doctor, con la leyenda del Instituto Mexicano del Seguro Social, a la altura del hombro izquierdo. Era el Owiruame, como se le llama en rarámuri al curandero tradicional.

“Ellos no están enfermos. El mundo es el que está enfermo”, me dijo en un lento español después de que yo le explicara con palabras y señalando a los niños desnutridos que hacía fila con sus madres igual de mal alimentadas, en torno de la nutrióloga Adriana de la Peza, quien repartía leche en polvo. “El mundo está enfermo. Ya no hay la lluvia mucha y el maíz no sale. Ya no tenemos el maíz”.

Detrás de Ramiro Juan, un rebaño de cabras, pastoreado por una mujer, parece que camina entre las nubes. Las cabras no encuentran ninguna hierba que puedan arrancar de la tierra para alimentarse. Están muy flacas. Siguen buscando, caminando la nube.
El hambre como ley de vida.

twitter.com/diegoeosorno


Reportaje de La Jornada sobre la Semana Santa Rarámuri aquí.