“Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” se publicó en 1995.
Este libro es una búsqueda desesperada del sentido de la vida. La personal y la general. De ahí las decisiones radicales de su protagonista y las peripecias, unas “reales” y otras “fantásticas”. Las comillas vienen a cuento de que en realidad los dos tipos de hechos y situaciones son, en el fondo, tan reales como fantasmales. Esto recuerda a escritores como Castaneda, mejor dicho a su mundo, donde se reivindica la realidad de la experiencia, de todo tipo de experiencia, ya sea onírica, o en la vigilia, vivida en el plano cotidiano de la vida, o en planos alterados de consciencia. Y no termina ahí su parecido. En la historia hay un momento en que el protagonista permanece en el fondo de un pozo seco para intentar allí, lejos de los confines cotidianos y en la oscuridad, descubrir el significado de lo que le sucede y le ha sucedido. En Castaneda son determinantes los lugares de poder como alteradores del nivel de consciencia y por tanto reveladores. Y el poder en este sentido del hecho de permanecer tumbado en la tierra y “enterrado” hasta la cabeza un cierto tiempo, ya que la tierra (ese elemento enigmático y omnipresente en la vida, fuente de vida y acogedor de todo tipo de contradicciones, que no sólo está vivo sino que lo demuestra de manera más o menos directa para todo aquel con la suficiente perceptividad).A Murakami se le etiquetó en Estados Unidos como un “creador de mitos del milenio”. Esta etiqueta está relacionada directamente con su fama de escritor más o menos surrealista. Pero ese término no es exacto, porque todo en sus libros es cotidianamente real y sin embargo aparecen fusionados detalles y situaciones más o menos inexplicables, o mejor dicho sin una aparente lógica externa aunque sí con una lógica interna que es, precisamente, lo que convierte a sus libros en una muestra del enigma de las cosas. Un enigma que nada tiene que ver con relatos de misterio convencionales, sino con una dirección básicamente mítica y filosófica.