Celia II
El Camaleón Peripatético es la columna que escribe cada miércoles Luis Miguel Aguilar en Milenio. Mi querido "Luismi", como seguro odia que le digan, es otro de los escritores-periodistas-medio filóso...fos que me gusta leer y seguir. Aquí les comparto una reflexión sobre lo que es y ha sido la FAMA y en lo que se está convirtiendo para la nueva generación (léase nuestros hijos) tomando como ejemplo el emblemático caso de Lady Gaga y su video "Alejandro" que también dejo a su amable consideración... La canción no es muy buena, pero eso es lo de menos. Enjoy!

Venga, no inventes —le digo al camaleón peripatético apenas entro al cuarto donde escribo; y es que lo veo disfrazado de monja y lo oigo pronunciar en canto las palabras “Alejandrou, Robertou, Fernandou”.

—Oh, pues yo qué quieres que haga, verbo que rima puntualmente con Lady Gaga, de quien me fue imposible no mimetizarme.

—Por eso: qué tuíter te picó como para que intentes reproducir el videoclip más famoso de Gaga. Por cierto: no me vendrás con que hay que desmenuzar o deconstruir con gran seriedad académica todo el retacerío videoclípico de “Alejandro”: nazis, crucifijos al revés, altares al erotismo, robustos pilateros —no por, en el contexto, Poncio Pilatos, sino por el ejercicio de los pilates—, ingesta de rosarios, etcétera.

—Nah: mi interpretación profundísima de la pieza es que se trata sólo de la historia de una gringa y tres lancheros; lo demás fue rollo visual para engrosar un escandalillo. O bien, para que Lady Gaga siguiera los pasos de la cantante Madonna; o mejor dicho, para que reclamara como suya “la mantilla” de Madonna.

—Claro: la sucesora del estilo hollywood-vaticanense de Madonna. Y según veo en este clipping (Sasha Frere-Jones: “¿Qué tan no mensa es Gaga?”, The New Yorker, 27/4/09), sus credenciales “religiosas” vienen de que Stefani Joanne Angelina Germanotta —como diría Salvador Novo: he aquí alguien que no supo qué nombre se pondría—, llamada después Lady Gaga por la canción del grupo Queen “Radio Ga Ga”, estudió la secundaria con las monjas del Sagrado Corazón en el Upper West Side de Nueva York.

—Pues todo esto porque te traía un muy buen número de la revista Lapham’s Quarterly (invierno, 2011): “Celebrities”. Me atrajo mucho un artículo de John Tresch: “De Gilgamesh a Gaga”, que repasa todo el largo camino de la fama desde la inscripción cuneiforme en Mesopotamia a la inscripción tuitiforme de hoy. Extraigamos de ahí algunos asteriscos para los lectores:

*La Reforma Protestante puede verse como una revolución en la máquina de la fama del cristianismo, no sólo porque la imprenta descentralizó el control de textos alejándolos de Roma y del latín que reforzaba al Vaticano como punto focal, sino por la iconoclastia que acompañó a las guerras religiosas de los siglos dieciséis y diecisiete.

*Los iconos y los ídolos fueron proscritos del interior de muchas iglesias y monasterios que anteriormente los preservaban, expulsados del refugio ritual que había mantenido a estos cultos como un sistema más o menos cerrado durante un milenio.

*El destrozo de ídolos liberó el carisma acumulado de las iglesias que los habían mantenido estables, y los sacó al mundo secular del comercio. En la era moderna el carisma sagrado ya puede —ya debe— animar el tráfico de bienes e ideas; atañe a nuevas y diferentes entidades: actores, políticos, artistas, escritores… La diferencia es que estos nuevos portadores de fama existen en el aire abierto, corrosivo e impaciente del mercado, que exige con una insistencia sin precedentes su reemplazo cuando el gusto cambia. Ya no pueden esconderse tras la cortina de incienso y el latín que protegía a sus precursores del público veleidoso.

*John Lennon dijo que se había ido a vivir a la ciudad de Nueva York porque si hubiera vivido durante el Imperio Romano habría querido vivir en Roma. Una de las paradojas de Manhattan —con trágicas consecuencias para Lennon— es que alberga grandes maquinarias de magnificación y proyección globales al tiempo que constantemente reduce a las celebridades al tamaño humano.

*La nueva infraestructura de la fama que ha traído Internet crea de modo simultáneo una mayor descentralización, una mayor difusión y oportunidades para una concentración más vasta aunque de vida más corta.

*La máquina de fama que ocupa y opera Lady Gaga ya no está definida primordialmente por la radio o ni siquiera por MTV. Su expansión y automultiplicación se da ahora en portadas de revistas, sitios de chismes, talk shows, arenas de concierto, descargas de MP3, remixes, YouTube y sitios de fans.

*El contraste entre la voz y el aspecto comunes y corrientes de Lady Gaga, y sus manifestaciones extraordinarias y proteicas encajan perfectamente con un sistema que alienta a todos a construir y operar la propia máquina de fama de Lady Gaga vía Facebook, el blog y otros medios personales sostenidos adictivamente.

*Si Lutero y Gutenberg hicieron de cada hombre y cada mujer un sacerdote, con Gaga y Facebook cada usuario se vuelve un icono. Ahora todos debemos pasar por una máquina de la fama que es móvil, multifacética y omnipresente, para entrar incluso a las modestas arenas de la amistad, la familia y el trabajo.

*Estamos persuadidos —forzados de hecho— a extender nuestra aura, a transformarnos en entidades difusas cuyo poder, tamaño y valía medimos en conteos de hits y “seguidores”.

*Nos fabricamos nuestra propia nube de gloria, cuyos contornos e impacto son monitoreados y ajustados de manera obsesiva por una fuente cada vez más vaporosa.

—Pues abur y vuelvo al peripato, pero antes: ¿entonces es preferible el “no lo turba la fama” del Spinoza de Borges?

Pero no alcanzo a responderle al camaleón; ya se planteó el asunto de otro modo y al irse canta primero “La Fama Fatal” de Jaime López: “Dime tú ¿qué no darías/porque un día te las diera?”, y luego desde más lejos se le oye cantar con la música de “Lady Laura” de Roberto Carlos: “Lady Gaga, abrázame fuerte, Lady Gaga”.

Milenio Diario. 23/03/2011

1 Response
  1. Ceci Vegas Says:

    El video está genial, la canción no es la gran cosa y ella es la reina de las irreverentes. Efectivamente me recuerda mucho la época más polémica de Madonna.