Jorge Antonio y Javier Francisco fueron vilmente asesinados. Las balas que acabaron con sus vidas presumiblemente provinieron de las armas del Ejército Mexicano. Sus cuerpos fueron levantados y maltratados al grado de dejarlos casi irreconocibles. Sus pertenencias desaparecieron y se pretendió adjudicarles una identidad distinta, la de delincuentes armados, como se asentó en las primeras notas informativas… En honor a ellos y a sus familias es necesario limpiar sus nombres.
El asesinato de estos estudiantes ha indignado sin distinción a las comunidades de las universidades tanto públicas como privadas. Son víctimas de la guerra absurda que libra el gobierno contra el narcotráfico y que seguirá cobrando vidas inocentes si los mexicanos no logramos detenerla.
Si quieren conocer algo más de esta historia, aquí está el link
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