Son raras las victorias que benefician a las mayorías. Y de repente, en dos días nos llegan dos importantes. Desmenucémoslas para aislar las cuatro claves de su éxito.
El 25 de marzo la Cámara de Diputados aprueba por 319 votos a favor y con la abstención del diputado Juan José Guerra Abud, el coordinador de los percudidos verdes, una reforma que introduce los juicios colectivos a la Constitución. Cuando los estados la ratifiquen será finalmente posible la defensa, protección y representación jurídica de quienes consumimos y somos metódica y eficientemente exprimidos. Al día de hoy la defensa sólo puede ser individual.
Un día después, pero en el Vaticano, los poderosos Legionarios de Cristo admiten, consternada y tardíamente, que el padre Marcial Maciel cometió abusos sexuales contra menores de edad. Piden perdón a las víctimas y a quienes denunciaron y fueron ignorados. Abjuran de Maciel: "No podemos mirar a su persona como modelo de vida cristiana o sacerdotal", y lo encomiendan al "amor misericordioso de Dios". Guardan silencio sobre las reparaciones a las víctimas. Con todo y ausencias el documento es notable por la arrogancia y opacidad de los Legionarios y de una jerarquía que predica una humildad de la cual carece.
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