He llegado felizmente a la edad en que las diferencias de género comienzan a esfumarse para agrupar a hombres y mujeres casi sin distinción en la etiqueta común de viejos. (Nada de plenitud ni edad dorada, ni esas fantasías fruto de la mala conciencia.) Eso no significa que se nos trate igual sino sólo que al menos compartimos ese nuevo criterio de discriminación. Desde un pasado remoto, y las opiniones no han cambiado mucho, las viejas daban motivo a chistes y cuentos burlescos mientras que los ancianos alcanzaban mayor grado de respeto.
Sin embargo, gracias a la memoria de un pasado ya lejano, puedo disfrutar, por mí misma y por mis hijas y nietas, las ventajas de vivir en el siglo XXI.
Todavía la meta de muchas niñas y jóvenes es mejorar su figura, encontrar el maquillaje que las favorezca, vestir según la última moda, parecerse a las modelos y ser valoradas por su aspecto físico, no por su carácter o su inteligencia.
Las nuevas libertades se limitan para muchas mujeres a la emoción de los bailes frenéticos nocturnos, que las trasladan a una dimensión lejana de su mundo, y al uso de la píldora anticonceptiva, con la que tienen la opción de multiplicar el número de parejas ocasionales; también entran dentro de los presuntos beneficios de la libertad las experiencias con el alcohol y las drogas. Porque la publicidad se ocupa de convencernos de que el sexo, como el libro, la película, la reunión o el cereal del desayuno deben ser divertidos. ¿Cómo puedo entender esas actitudes cuando mi mayor gozo es mi trabajo, mi orgullo son mis hijos y mi mayor deseo seguir enseñando y escribiendo hasta el fin de mis días?
Extracto del artículo de Pilar Gonzalbo, también de Nexos, que se puede leer completo aquí.
Totalmente de acuerdo, siempre me he sentido afortunada de vivir en esta epoca, por las pequeñas cosas y por los grandes cambios que nos ha tocado vivir. Ademas satisfecha con mi rol de madre(el mas importante),y mi trabajo complementa mi satisfaccion, ya que me da la oportunidad de ser mejor ser humano.
Esta es la primera vez que leo algo de Pilar Gonzalbo, mis respetos. Una mujer adelantada a su tiempo y de notable perseverancia y congruencia. Me gusta el claro equlibrio que refiere en cuanto a las labores en su rol de mamá y a las de historiadora y como habla de alguna manera de la plenitud que disfruta al repartir su tiempo en ello.
Mención aparte el respeto al que hace referencia en cuanto al respeto a las parejas gay.