Celia II
tumblr_llo7meJsk11qjee8no1_500.jpg
El siguió deslizando aquellos diez dedos por cada rincón de mi cuerpo -prosiguió Creta Kanoo-. No dejaron una sola parte por tocar. Yo era incapaz de pensar en algo. Los latidos del corazón, con una lentitud extraña, resonaban violentamente en mis oídos. Había perdido todo autocontrol. Mientras sus manos recorrían mi cuerpo, grité muchas veces. No quería hacerlo, pero otra persona, sirviéndose de mi voz, jadeaba y gritaba a su antojo. Sentía como si todos los tornillos de mi cuerpo se hubieran aflojado. Mucho después, estando yo aún en bruces, me metió algo dentro por detrás. Qué era, no lo sé todavía. Algo muy duro y extraordinariamente grande, pero no era su pene. De eso estoy segura. En aquellos momentos pensé: Tenía razón. Este hombre es impotente.

Fuera lo que fuese, cuando me lo introdujo sentí claramente, por primera vez después de mi tentativa de suicido, el dolor como algo propio. ¿Cómo se lo explicaría? Era un dolor fuerte de toda medida, como si estuvieran partiéndome por la mitad. Pero, me retorcía de dolor y, a la vez, de placer. El placer y el dolor se habían convertido en una sola cosa. ¿Me comprende? Era un placer que nacía del dolor y un dolor que nacía del placer. Y yo tuve que engullirlo como una única cosa. Y, en medio del dolor y del placer, mi carne empezó a rasgarse. No pude evitarlo. Y luego sucedió algo extraño. De mi cuerpo, dividido en dos limpias mitades, empezó a salir algo que ni había visto ni tocado jamás. No sé cuál debía de ser su tamaño. Pero era resbaladizo como un recién nacido. No tenía ni idea de qué podría ser. Había estado siempre dentro de mí y yo no lo conocía. Pero aquel hombre lo había extraído fuera de mi ser.

Quería saber qué era. Me moría por saberlo. Quería verlo con mis propios ojos. Era parte de mí. Tenia derecho. Pero no pude. Aquel torrente de dolor y placer me arrastraba. Yo, que era sólo carne, gritaba, babeaba, sacudía convulsivamente las caderas. Ni siquiera podía abrir los ojos.

Y alcancé el clímax sexual. Pero más que alcanzar una cima tuve la sensación de despeñarme por un alto precipicio. Grité y sentí que todos los cristales de la habitación se rompían. No sólo lo pensé, sino que vi y oí cómo se hacían añicos. Y cómo todos aquellos diminutos pedazos caían sobre mí. Después me entraron unas violentas arcadas. Mi conciencia empezó a debilitarse y mi cuerpo se enfrió. Sé que es una comparación un poco extraña, pero me sentía como unas gachas de arroz frío. Espesas y llenas de grumos. Y cada uno de esos grumos me producían un dolor sordo mientras se dilataba despacio al compás de los latidos de mi corazón.

Extracto de "La Crónica del Pájaro que da cuerda al Mundo" de H Murakami.
Etiquetas: | edit post
1 Response
  1. Ceci Vega Says:

    Desgarradora, intensa y surrealista la descripción que hace Murakamui de la experiencia sexual que tiene una de las protagonistas de esta historia. como ya es su estilo característico, te atrapa e invita a conocer más acerca de los sentimientos secretos de sus personajes, resaltando la parte obscura quese aloja en sus subconcientes. yo por mi parte, no me lo pierdo!!!