Celia II

¿Conocemos a gente que se haya beneficiado indebidamente de un puesto público?

Siiiiiií, a mucha, muchiiiiiísima. Incluso muchos de nosotros estamos acostumbrados a “pedir favores” a nuestros “contactos”. Una mexicanada abierta y alegremente aceptada por casi cualquier alma nacional. “Tengo palancas” decimos orgullosos. Eso es de alguna manera beneficiarse indebidamente de un puesto público. Hace mucho que la solidaridad y la confianza de las verdaderas redes sociales se convirtió en la hipocresía superficial del “quedar bien” para cosechar favores. Todo esto se promueve ampliamente en México y les produce extrañeza, por ejemplo, a los europeos que nos conocen.

¿Conocemos a personas con ganancia directa o indirecta del narcotráfico?

Siiiiiií, a mucha, muchiiiiiísima. De hecho, sería muy aventurado decir que conocemos a alguien que NO obtiene una ganancia al menos indirecta del narcotráfico, simplemente porque trabajamos en una economía que se mueve con el dinero lavado (o no) del narco. Todos participamos de alguna manera, intentando mantenernos en la periferia. No es cinismo, es la pura verdad.

¿Somos capaces de mostrar nuestro rechazo a esas conductas (y a esas personas en concreto) o nos gana el temor al qué dirán o al qué me podrán hacer?

¡Ajajá! Aquí si que entramos en terrenos pantanosos y resbaladizos. Yo siempre he sentido que el rechazo a “esas conductas” en Culiacán es, por decir lo menos, esquizofrénico. Por un lado es común percibir, con mayor intensidad conforme se eleva el círculo en la escala social, la evidente cara de “fuchi” que ponemos al hablar de los “buchones”. No los queremos en nuestras colonias, en nuestras escuelas, en nuestras iglesias y comunidades. Sin embargo, siguen siendo aceptados por debajo del agua, aduciendo un montón de razones, desde el miedo hasta la conveniencia. Y no me refiero a negarles oportunidades a los “hijos de” que finalmente no tienen la culpa de nada, pero que son marcados a fuego por la “buena sociedad” que solo acaba refundiéndolos en el odio del resentimiento, y por supuesto les da excelentes argumentos para vivir al margen de ella.

Algunas reflexiones para abrir el debate. Nadie tenemos las respuestas, por eso necesitamos compartir ideas, para sacar alguna conclusión clara y avanzar en congruencia. Ahí les van mis pensamientos a botepronto, esperando provocarlas (os) para continuar hilando juntas (os). CG