Día con día - Héctor Aguilar Camín
Fue una ruptura más del umbral en el camino de los narcos a la guerra no sólo contra las fuerzas de seguridad que los persiguen, sino contra la sociedad toda. México vivió en la última semana su más notoria crisis de secuestro de periodistas. Los secuestradores retuvieron a corresponsales de grandes medios nacionales y por primera vez se voltearon directamente a estos medios a exigir que dieran cierta información a cambio.
En las últimas semanas han matado a un virtual gobernador de Tamaulipas, han detonado un coche bomba en las calles de Ciudad Juárez para vengarse de la policía, han matado inocentes en bares de Torreón para calentar la plaza, y han secuestrado a periodistas de Televisa y MILENIO Tv para exigir a estas cadenas que transmitan ciertos videos.
En defensa de la integridad de los secuestrados, se mantuvieron en secreto los detalles del hecho y de la negociación. El público sólo supo de sus efectos: la suspensión del programa de Denise Maerker, Punto de partida, en su emisión del jueves pasado, y el retiro paralelo de Ciro Gómez Leyva de la conducción de su noticiario diario en MILENIO Televisión.Ambos señalaron que no había garantías, que no podían actuar como si nada estuviera pasando, aunque el público apenas sabía lo que estaba pasando.
Los secuestradores soltaron a un periodista al siguiente día del secuestro. A otro el jueves pasado. Los dos restantes fueron rescatados el sábado, ilesos, en un operativo de la Policía Federal.
Algo fundamental sucedió esa semana en la relación de los medios nacionales con el crimen organizado. Hubo un asalto de éste sobre la información que quieren ver difundida en aquéllos. Hubo una negociación, hubo una respuesta, y habrá una consecuencia: para los medios y para la relación de la sociedad con el crimen organizado.
Supe en lo personal de los difíciles momentos que pasaron los periodistas y los responsables de los medios, de la tensión emocional, profesional, moral que los mantuvo en vilo en estos días. Y de la entereza con que pintaron su raya donde creyeron que debían pintarla. Hemos empezado a saber la historia puntual por la propia Denise, en su columna de El Universal, y por la invitante y tensa versión que Ciro ha empezado a publicar en MILENIO, estos días.
Hay mucho que pensar y aprender de estos hechos. Por lo pronto, como dije a Denise y a Ciro por teléfono, celebro el desenlace del affaire y les hago, a ellos tanto como a los dueños y estrategas de sus empresas, una venia con sombrero.