Celia II


Mundo Islámico - 19/03/2008 Guillaume Fourmont

Un barrio de Kabul

Cierra la puerta de la caseta de su negocio y se sirve un té. Escucha sin decir palabra; el visitante necesita dinero, mucho dinero. Tiene los ojos almendrados y la piel blanca. Sale -se oye el bullicio de un bazar que se ha convertido en centro de divisas-, regresa minutos después y deja los billetes en la mesa: 10.000 dólares.

El bazar de Kabul, la capital de Afganistán, es el reflejo de una ciudad caótica y sorprendente. Los comercios rodean la vieja mezquita de la ciudad, con su domo azul; algunos se intalaron en el curso del río que cruza la ciudad, sin agua y sucio.

Nada que ver con la Kabul de los años 70, cuando era una etapa de la ruta Estambul-Katmandú. Nada que ver con la Kabul cantada como "una visión del paraiso" en los antiguos textos hindúes, con la "más bella y limpia ciudad de Asia", en palabras de George Foster, el primer europeo en pisarla, en el siglo XVIII.


Escombros y basura

Las calles antiguas están escondidas bajo metros de escombros y basura. Las paredes de barro de las mansiones, patios y mezquitas no aguantaron 30 años de guerra. Tras la caída del gobierno comunista, en 1992, Kabul fue bombardeada por los señores de la guerra que se disputaban el poder. Y llegaron los talibanes.

Kabul era conocida por sus tulipanes, que, cuando llega la primavera, se pueden ver en los Jardines de Babur, donde se reúnen las familias. Asentada entre las montañas a más de 1.800 metros, la capital afgana intenta recuperar vida. Los fotógrafos son numerosos en las esquinas de las calles; pintan revelados en blanco en negro. Mucho más son los vendedores de pájaros y de cintas de música. El Cine Park proyecta las últimas películas indias.

Niños huérfanos

Los niños están por todas partes; la mayoría de ellos huérfanos, buscándose la vida con lo que sea, vendiendo periódicos o plata en Chicken Street, la más famosa calle comercial. O fotos de Ahmad Shah Masud, el líder asesinado de la Alianza del Norte. Fotos suyas presiden el edificio del Ayuntamiento y el campo de fútbol, donde los talibanes organizaban ejecuciones públicas.

El bullicio de la ciudad termina cuando se pone el sol. Los restaurantes que abrieron después de la guerra empiezan a cerrar. Kabul no escapa a la violencia de los atentados que sacuden el país. Y el miedo volvió a apoderarse de muchos de los tres millones de habitantes de la capital, entre pashtunes, tayicos, uzbecos, hazaras. Un miedo que no asusta la agencia de viajes Live Travel, que organiza "tours a lo inaccesible y fuera del mundo".


Belleza prometida

En las calles de Kabul, aún se escucha un poema de Saib-e-Tabrizi, del siglo XVII, sobre la belleza de la capital: "Mi canción exalta sus deslumbrantes tulipanes/ Y la belleza de sus árboles me hace enrojecer/ ¡Cómo brilla el agua que corre desde Pul-i-Bastaan!/ ¡Qué Alá protega esta belleza del ojo malvado del hombre!".

El dinero prestado en el bazar, hay que devolverlo, con los intereses y en una cuenta de un banco occidental.
1 Response
  1. ivonne Says:

    ey; sale nos vemos el sabado!!!!
    I.