En torno a la inseguridad hay un tema desdeñado pese a su centralidad: ¿qué le toca al Estado y qué a la sociedad?
El ¡Basta de Sangre!, lanzado por Eduardo del Río (Rius) y Julio Scherer García, y las reacciones a favor y en contra reflejan a esa parte de la sociedad que quiere ser tomada en cuenta. No encuentra lugar ni cauces porque, cuando los partidos y políticos secuestraron la transición, se despreocuparon de construir ciudadanía y de establecer los puentes con ella.
El argumento necesita de mojoneras informativas. Al 80 por ciento de la población no le interesa involucrarse en la vida pública y preferiría que los problemas fueran resueltos por un líder fuerte (60 por ciento) o en el último de los casos que el Ejército tome el poder (41 por ciento). Sólo 20 por ciento entiende que ser ciudadano exige involucrarse (todas las cifras son de la Encuesta Mundial de Valores de 2006). La seguridad es una de las áreas de participación ciudadana más difíciles. Es peligroso y las Fuerzas Armadas y la policía recelan de los "civilones". La ciudadanía se involucra porque no hay otro remedio.
Un tipo de participación bastante común es la que busca prevenir el contagio. En el pacífico Campeche surgió un vigoroso movimiento social para evitar, al parecer con éxito, que el gobierno de Calderón construyera una penitenciaria federal (lo sucedido en Nayarit los aterra). También está el interesantísimo experimento del Monitor Civil de la Policía de La Montaña de Guerrero o los innovadores esfuerzos de los vecinos de San Ángel en el Distrito Federal.
Enfrentarse a los que extorsionan, secuestran y asesinan y a sus cómplices en los gobiernos tiene consecuencias. Según la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, entre septiembre de 2009 y octubre de 2010 hubo 37 agresiones contra defensores de derechos humanos; la situación, dicen, es preocupante y el diagnóstico se reconfirma con las salvajes ejecuciones de Marisela Escobedo y Susana Chávez (informe disponible en
www.sergioaguayo.org). Otro gremio castigado es el periodístico; según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a finales de 2010 sumaban 65 los periodistas asesinados durante los últimos 10 años.
También participan los seguidores del ojo por ojo. En esta categoría estaría don Alejo Garza, el ranchero que defendió a balazos su propiedad y se llevó a cuatro sicarios al último viaje; los empresarios que financian escuadrones de la muerte, un asunto poco investigado que puede apreciarse en un excelente reportaje de Alejandro Almazán para Emeequis sobre el Jalisco de los años noventa (disponible en www.sergioaguayo.org); y, finalmente, los linchamientos, esa expresión colectiva de frustración y rabia, sobre los cuales tampoco sabemos mucho. Comparto la aguda opinión de la antropóloga Lourdes Arizpe, "la pregunta importante no es quiénes son los violentos sino por qué tantos mexicanos se han vuelto tan violentos en los pasados diez años" (La Jornada, 11 de enero de 2011)
Extracto de la columna semanal de Sergio Aguayo en Reforma, donde se exploran algunas formas en que la sociedad civil se ha involucrado en el problema de la inseguridad y la violencia de distintas maneras. Intentando aportar información e ideas al dilema de qué podemos hacer los ciudadanos comunes, de como involucrarnos. Puede leerse completa aquí.
Gracias Celia por compartirnos esta informacion tan necesaria para sacudirnos ese letargo en el que nos encontramos muchos mexicanos que nos quedamos unicamente observando y cuando mucho criticando... necesitamos definitivamente involucrarnos con la sociedad (somos parte de ella aunque no nos sintamos asi), pero entre el temor que nos da el pasar a ser un numero mas de las espeluznantes cifras que citas en tus textos, y el dia a dia que se nos escapa de las manos y cuando menos nos dimos cuenta ya esta por terminar el primer mes del 2011... yo quiero hacer algo, quiero exigir, que mi voz se escuche, creo que tenemos mucho que hacer con nuestros jovenes, que estan tan vulnerables y tan faltos de oportunidades...
Amiga, yo tambien siento deseperanza y desaliento, no veo por donde...
un abrazo a todas la perriamigas